Sentada en una tumba [Ares]

La noche espesa disipaba mi imagen ruda y oscura, paseaba por aquel lugar, llamado inhóspito pero a la vez habitado por tantas almas.Quizás almas de hombres de estuvieron bajo mi yugo, quizás almas que decidieron abandonar su cuerpo, u otras tantas que perecerían en la vida.Camino entre ellas, escucho sus lamentos que mi tío Hades doblega, veo a una jóven muchacha apenada, siento su miedo.

Aguilicé el paso hasta colocarme detrás de la muchacha.Los árboles eran agitados levemente por Bóreas, en el suelo remolinos de hojas se alzaban y formaban espirales en el aire.Notaba mi pelo separarse, y como el viento creabá un surco en él.Por un momento el tiempo se detuvo, notaba los latidos de mis corazón, sentía el ícor llegar a mi cabeza y cómo recorría mis venas.Estaba nervioso.Era paradigmático que un dios puediera estar nervioso, pero así era.Esta mortal tenía algo; algo que mi cuerpo lo notaba y por lo cual reaccionaba.Al fin me decidí a hablar. Intenté hablar con firmeza...:

-¿A qué se debe esta tétrica visita a los cementerios, jóven?

...Pero tan solo pude poner un tono meláncolico.No obstante, aclaré a voz, para imponerme.

Pero, pero, ¿de qué va?.Una insignificante mortal enfrentándose, o no obedeciendo a un dios.¿Quién pudiera tener tanta osadía?.
-Se nota que los dioses no te agradamos, eh.¿sabes que tu abuela, madre o a quien estuuvieras rezando esta bajo el dominio de mi tío Hades, verdad?, los dioses podemos estar donde queramos y con quien queramos...

Me acicalé disimladamente y la agarré del brazo.

Mi carcajada rompió el silencio de todo el cementerio
-Tu actitud ante un dios es ofensiva y desafiante, y no se si eso te beneficia...

Apreté el puño, no sería bueno que me dejara llevar por la ira, al menos no por la ira de un dios de guerra.Decidí no haber escuchado nada hasta entonces, y aunque mis ojos mostraban ira, mi boca esbozó una sonrisa, intentando encerrar el enfado dentro de mí y diciendome "qué tan solo es una jóven, no sabe lo que dice".

Respiré todo lo profundo que sabía para no reaccionar como de costumbre, y derramar sangre, al fin y al cabo ese acto no me trairía nada bueno ante papá Zeus.Pero, como no, la exasperación de un dios, su furia era mucho mas grande que su uso de razón en estos casos.Sin quererlo, una espada forjada por "el más querido de los dioses", Hefesto ,surgió entre mi mano.No me habia dado cuenta, así que me separé al instante de aquella ofensiva, y blasfema muchacha incordiadora.Y revoqué la espada.
-tu no sabes lo que es el dolor...

-¿Quíen te ha dicho que tendrás el placer de reunirte con Hades?..desde luego tus palabras suenan como órdenes que, ante un dios pierden su poder.Das por sabidas muchas cosas,demasiadas y al final, te maneja la ignorancia.No está en condiciones de exigir mi nombre, jóven.
Notaba hervir mi ícor.Me voy a tranquilizar. Respira, Ares ¡por Cástor y Pólux!. Respira.

Respirar no servía de nada.Se nota que esta muchacha no tiene ni idea de los que es la cólera de un dios.

-¿Crees que puedes hablarme así? *Invoqué dos espadas y llego de furia se las coloqué en forma de tijera en su desdichado cuello.

-No te atrevas a dejar escapar ni una sola palabra blasfem más.

En ese momento descubrí que los dioses también pueden "flipar".

-¿Sabes que?, eres tan necia que no mereces que te maten, ya que esto no te procuraría dolor.Podría amputarte cada una de tus extremidades y ver como te desangras.Eso si sería dolor; pero en lugar de ello, me quedaré con el ansia de ver tu cara retorcida de insufrible tormento, pues este trabajo estoy seguro que el tiempo lo cumplirá.
Tras estas palabras dejé a aquella mentecata sin dejar que me respondiera, revoqué las espadas, esbocé una sonrisa y la dejé con la palabra en la boca, mientras me iba pensando que pena de cuerpo, podría haber tenido un alma mejor.

Tenía que haberme ido volando, como envidio a Hermes.

-¿Por favor?, parece que la muchachita tiene modales. Te escucho.
Segunda oportunidad, espero que funcione y que este alma tenga algo de sentido común.

Le apreté la mano con fuerza.

-Muy bien, yo soy un dios, el dios de la guerra.Supongo que con esto ya sabrás mi divino nombre.Notaba en su cara algo de falsedad, así que no me confié.Al menos ya le había arrancado el nombre a aquella muchacha, que injustamente, resultaba ser una semidiosa.Sonreí para no parecer tan duro.

-La verdad es que por ser Ares no tengo porqué quitar vidas sin razón de peso.¿Tío?, vaya, ¿y cual de mis queridos hermanos es tu padre?
Sonreí, intentando olvidar un poco el pasado de la conversación; pensando en las consecuencias ded su muerte si hubiera sido así.

-jajaja, pero matar es mucho más serio de lo que parece y Zeus no me dejaría matar porque sí... al fin y al cabo soy dios de guerra y no de la muerte .

Me removí el flequillo y continué hablando

-Ay! mi armónico Apolo, quien diría que...
No terminé la frase pero lo pensé : que..tendría una hija tan poco cordial.