Capuccino a media tarde [Poseidón]

Aunque vivía y trabajaba en Brooklyn, ésta no era mi parte favorita de la ciudad; Manhattan era donde mejor lo pasaba. De compras por la quinta avenida, desayuno en Tiffanys, teatro en Broadway... pero si había algún sitio donde adoraba estar era Little Italy. Por muy griega que fuera me encantaba Italia y perderme en las calles de aquel barrio era como sentirme fuera de New York; cuando entraba en algún café de la zona me olvidaba de lo que había fuera y me imaginaba estar en Florencia, Roma, Nápoles...

Solía frecuentar una pequeña cafetería en el centro del barrio propiedad de una encantadora familia italiana. Si tenía trabajo (corregir exámenes, preparar clases) o simplemente me apetecía leer y relajarme un rato iba allí a tomar un café y pasar la tarde. Aquel día no tenía trabajo pero había estado haciendo unas compras por el barrio y no pude evitar pasar a tomar algo. Pedí un capuccino, me senté en una de las mesas de al lado de la ventana y me dispuse a contemplar la calle mientras removía el café.

Llevaba quince minutos caminando por aquellas calles del barrio italiano y no parecía llegar a ninguna parte; por eso no solía alejarme de la playa. Suspiré - eso es lo que te pasa por improvisar citas - pensé para mi, y decidí preguntar por la pequeña cafetería donde sabía que estaría.
Sí, ese tipo de detalles sorpresa no eran demasiado habituales en mi, pero... mejor no sacar conclusiones.
Donna y yo llevábamos viéndonos un par de semanas desde el encuentro de whisky y sofá en su casa. Encuentros esporádicos de pasión en la mi casa, la playa o .. cualquier otro lugar. Nunca había pasado tanto tiempo con un pariente, de momento estaba resultando sugerente y divertido. Nadie lo sabía en el Olimpo, y mejor; si seguía con ello en parte era porque no tenía que soportar ningún numerito de Hera o Zeus.

Me ahogó el olor a café cuando pasé por enfrente del escaparate. Por fin, la dichosa cafetería no podía haber elegido un lugar más escondido. En fin.
No tardé demasiado en localizarla, al lado de la ventana, como siempre. Me acerqué por detrás y susurré en su oído.

- Qué sorpresa, muñeca.

Estaba tan distraída que no me di cuenta de que alguien se había acercado a mí; cuando escuché una voz susurrarme al oído no pude evitar dar un pequeño salto por el susto. Sin embargo, rápidamente se dibujó una sonrisa en rostro pues me encantaba cómo sonaba aquella voz al susurrar y el detalle de que me llamara "muñeca" me gustaba todavía más.

- ¡Mark! ¿Qué haces aquí? - pregunté mientras le invitaba a sentarse a mi lado con un gesto.

Era muy extraño encontrar a Poseidón lejos de la playa y además de todos los lugares a los que podía ir, una pequeña cafetería escondida en Little Italy era, sin duda, donde nunca me lo imaginé. Era cierto que yo le había hablado de cuánto me gustaba aquel sitio pero no se me ocurrió que se pasara por allí... ¿a buscarme?

- Se me ocurrió pasarme por la cafetería más escondida del barrio italiano para coquetear con alguien, qué suerte que hayamos coincidido. - Bromeé.

Me senté a su lado y pedí otro café. La lugar era pequeño pero acogedor, y no había demasiada gente, lo cual era un punto a favor; nunca me había llevado demasiado bien con los lugares abarrotados de gente... más bien nunca me había llevado bien con la gente - al menos de este mundo - en general.

- Me encanta que reconozcas disimuladamente que has venido a buscarme - sonreí -; te estas acostumbrando a mi compañía, Mark, qué buen tío estás siendo últimamente.

Aunque probablemente nadie consideraría que entre las características de un buen tío estaba el hecho de que se tirara a su sobrina... pero lo cierto es que estas semanas se había portado conmigo mucho mejor que durante los siglos anteriores; no es que me hubiera tratado mal antes... la cosa era que al menos ahora podía decir que me trataba y estaba encantada con ello.

Acostumbrándome a si compañía... sí, podría ser. No era algo que me sucediera habitualmente, y menos con un familiar, de cuya compañía huía siempre que me fuera posible. Aún no estaba claro si para mi suerte o pesar; pero Donna era diferente, me gustaba estar a su lado, mejoraba notablemente mi humor.

- Pensé que me estarías echando de menos.. - Sonreí de lado y le pedí al camarero otro café. - Y ya saber que me encanta complacer a la gente. - Bromeé.

- Dudo que te guste complacer a la gente en general pero... a mí me dejas bastante satisfecha cada vez que te veo - dije con una sonrisa pícara mientras me llevaba un trozo de la tarta que había pedido a mi boca -. Sí que te echaba de menos, hacía tiempo que no pasabas por casa... ¿Temes que mis padres nos pillen? - reí.

Quería sacar de alguna forma el tema de nuestra relación secreta... Sobre todo después de que yo se la contara a Hermes. Y es que me sentía un poco mal por haber confesado, necesitaba saber qué opinaba él sobre la idea de que alguien se enterara de lo nuestro... Pero tampoco me atrevía a decirle abiertamente que de todos a los que podía habérselo contado había elegido al dios más cotilla así que decidí ir hablando de nuestro "secreto" poco a poco.

- Estoy por apostar a que tu padre ya lo sabe, pero decide hacer oídos sordos.. - Zeus siempre había sido en ser el primero en enterarse de todo, pero, al contrario de su mujer, se lo guardaba. -Sin embargo, la idea de no tener a tu madre detrás de nosotros noche y día me encanta.

Lo cierto era que si Hera llegara a enterarse -y estaba seguro de que lo haría - supondría horas y horas de charlas maternales sobre relaciones, matrimonio e hijos.

Tenía razón... probablemente mi padre ya lo sabría, era Zeus, nada se le escapaba. Por suerte sabía guardar los secretos... habría pensado que a mi madre no le haría demasiada gracia enterarse de que había algo entre Poseidón y yo y por eso estaba callado. Se me ocurrió que debería hablar con él de esto antes de que por cualquier cosa mi madre se enterara.

- La verdad es que si nos descubriera mi madre íbamos a tener que aguantar algún que otro sermón mínimo... Pero ¿qué hay de los otros? ¿Te... te importaría que alguien más se enterara?

No me hacía falta conocerla para saber perfectamente qué tono era ese; además, tenía los ojos demasiado grandes para ocultar esa mirada. Algo había dicho.

- De acuerdo, muñeca.. ¿a quién se lo has contado? - Le pregunté acabando el café de un último sorbo y con una sonrisa de lado.

Sabía que tarde o temprano alguien lo sabría, no tendría que ser un secreto eternamente; me conformaba con que no fuera una noticia en el Olimpo.

Iba a matarme... o a dejarme o... algo malo iba a salir de mi confesión, lo presentía. Dí un trago a mi café, dejé la taza con cuidado en la mesa y le miré.

- A Hermes... - dije en voz baja - Lo sé, sé que no es el más indicado para guardar un secreto pero necesitaba contárselo a alguien y él también me dijo algo suyo así que aproveché para hablar con él... No dirá nada, sabe que si alguien se entera de esto por su culpa yo le descubriré a él y no quiere que eso pase...

Tenía que ser una broma.

- ¿A quién? - Volví a preguntar aun estando seguro de la respuesta. -¿A Hermes? ¿Al mensajero de los dioses? De todos los dioses del Olimpo, y personas en la tierra... ¿me eliges el único y peor aficionado a los chismes? ¡voy a tener a tu madre gritando antes de que acabe el día!

Suspiré y me arrepentí de no haber pedido una tila.

Se había enfadado... sabía que pasaría; pero bueno, en algún momento tenía que enterarse.

- No te enfades... - le cogí de la mano, temiendo que me la soltara - Hermes no va a abrir la boca y menos para decirle esto a mi madre... Sé que no parece el más adecuado para contarle algo así pero necesitaba hablar de lo nuestro con alguien...

Y es que no le había confesado mi relación con Poseidón a Hermes porque me apeteciera marujear o porque él supiera que yo escondía algo, o para que me contara su secreto... Lo que hice en aquella conversación fue aprovechar que él quería confesar algo para poder hacerlo yo también y escuchar a qué sonaba lo que yo tenía con mi tío.

Esta era una de esas ocasiones perfectas para dejar el romance y huir. Hasta entonces, ese método no me había salido nada mal; todos los "líos" que había empezado con hombres y mujeres dentro del Olimpo, habían terminado antes de que la familia se enterase y viniera a por mi con cientos de preguntas y visiones de futuro. Por desgracia, esta vez había un problema que no sabía muy bien cómo encajar: me gustaba demasiado estar con ella.
Además de tratarse de mi sobrina (cuestión, al fin y al cabo, de poca importancia) su madre tenía que ser justamente Hera, y lo que en un principio parecía algo beneficioso de repente podía volverse en mi contra: no le interesaban las relaciones duraderas. ¿Y por qué significaba un posible problema? ... No quería emocionarme más que ella.

- Más le vale, ya no me tenía contento antes.. odio ese insoportable pasatiempo que tiene de espiar la vida de todo el Olimpo, sobre todo si se trata de la mía.. - Suspiré y desvié la mirada hacia la ventana, para volver a encontrarme con sus enormes ojos segundos después. -Supongo que tarde o temprano tengo que escuchar a tu madre, hace siglos que no voy a sus cenas. - Comenté con una sonrisa de lado.

Me quedé callada unos segundos... Esperaba que se enfadara mucho más pero había acabado su última intervención con una media sonrisa y eso me dio tranquilidad. Mencionó a mi madre, ese había sido desde el principio el "problema" que podía ponerse a nuestra relación; pero al parecer había aceptado que en algún momento tendríamos que hablar con ella de esto... Eso me intrigaba, pensé que nunca contemplaríamos esa opción, que nos aburriríamos de esto antes de tener que contárselo a nadie y, aunque Hermes lo supiera, podíamos seguir como estábamos y acabar en cualquier momento. Sin embargo, contárselo a mi madre, para mí, tenía otro significado, quería decir que había algo más por lo que merecía arriesgarnos a su más que enfado... ¿había algo más?

- No sé por qué cuando pienso en decírselo a mi madre me parece que las cosas se ponen algo más serias.. - acerté a decir con una media sonrisa - Si quieres podemos seguir "en secreto"... no.. no tenemos por qué darle material para alguna de sus charlas si solo estamos... bueno.. viéndonos de vez en cuando...

Dudaba, o eso parecía teniendo en cuenta las pausas que hacía al hablar. No era lo que esperaba, pero me venía bien, en parte porque también tenía dudas, demasiadas. Tenía razón, sólo el hecho de decírselo a Hera hacía aquello más serio.. o serio, de alguna forma.

- Si, seguir en secreto es la mejor opción.. - Dije asintiendo. -Si tu madre acaba por enterarse, ya hablaremos con ella...

Nos veíamos de vez en cuando, sí, pero desde el primer y segundo encuentro, cada vez pasaba menos tiempo. Ella solía venir a mi casa, o a la playa, donde sabía que iba a encontrarme, y cuando no lo hacía.. yo la buscaba en la cafetería más escondida del barrio italiano. De cualquier manera, me estaba aficionando a ello.

- Claro...

Había demasiada tensión; parecía que yo no era la única que dudaba a la hora de definir nuestra relación o de saber si deberíamos defirla o no. Decidí olvidar ese tema, podíamos dejarlo para otro día; decidí relajar un poco el ambiente.

- Y... - empecé acercándome hasta casi rozar sus labios - ¿esto de estar en secreto significa que nos tenemos que reservar para casa? Porque no sé si voy a poder resistirme...