Esta es mi casa [Poseidón]

Llegamos a casa, empapados por la lluvia. Con el día tan bonito que había salido a ninguno se le había ocurrido coger un paraguas, ahora nos lamentábamos. Nada más entrar me descalcé y corrí al baño a por un par de toallas, no me apetecía que se mojara todo el suelo. Sabía que mi tío había hecho un esfuerzo por hacerme compañía y probablemente esperara que le ofreciera algo de beber, pero mis manías eran mis manías y mantener la casa limpia era prioridad, ya habría tiempo luego para actuar como la perfecta anfitriona.

- Toma - le di la toalla para que se secara- ¿te importa descalzarte antes de pasar al salón? No quiero que se ponga todo perdido...

La casa era tal y como me la imaginaba. Ordenada, limpia, muy limpia... pulcra. Estaba decorada de forma elegante y moderna, sin demasiados adornos pero acogedora. Me gustó.
Me descalcé a la entrada y atravesé el pasillo. Sólo pude divisar el salón, mayormente decorado por libros de cultura clásica, incluso algunos situados en la mesita cerca de la tele, perfectamente dispuestos en hilera.
Me ofreció una toalla,pero poco podría secarme con la ropa empapada así que me libré de la camiseta y una vez así me sequé el pecho.

- La que nos ha liado tu padre, le parecerá bonito.. - Comenté mientras terminaba de secarme.

Cuando se quitó la camiseta para secarse no pude evitar fijarme en su torso desnudo. La verdad es que tenía un buen cuerpo y siempre me había parecido bastante atractivo; si no fuera porque era mi tío... En realidad aquella excusa podía quedar anulada fácilmente, mis padres eran hermanos, ¿por qué sería un problema que yo tuviera algo con otro miembro de la familia? ¿En qué estás pensando, Donna? Es tu tío, punto, deja de repasarle con la mirada.

- Voy... voy a cambiarme de ropa, estoy empapada. Siéntate si quieres aunque.. -estiré mi toalla en el sofá, no estaba muy mojada- mejor pongo esto aquí, para que no se moje todo.

Fui a por algo de ropa a mi cuarto y después me dirigí al baño para secarme. Cuando volví al salón llevaba puesta mi ropa de estar en casa: un vestido ya viejo que no podía sacar a la calle porque lo verían como pasado de moda, me quedaba de largo bastante por encima de las rodillas.

- ¿Quieres tomar algo?

Me senté sobre la toalla, con mi camiseta mojada en las manos. La repasé con la mirada. De acuerdo, sí, era mi sobrina; pero eso no tenía nada que ver con el hecho de que me resultaba atractiva. Quizá fuera por el vestido ligero de años atrás, el pelo aún mojado sobre la cara o.. para qué más romanticismos, era atractiva, punto.

- Claro, lo que tengas por ahí.

La vi irse hasta la cocina con paso rápido. Volví la vista hacia el salón otra vez. Siempre había mantenido mi orden pero eso llegaba a un extremo que incluso me superaba. Al fin y al cabo tampoco se desordena demasiado cuando uno vive solo. Era notable que algo había heredado del padre, el carácter liberal en temas de amoríos. O eso suponía, tampoco es que tuviera mucho contacto con ella y su vida amorosa.

En la cocina le preparé un vaso de whisky de malta; recordaba que era su bebida favorita, mi madre se la había preparado antes en alguna de esas cenas a las que obligaba a todos a ir. Vale, puede que un whisky no es lo típico que le sacas a tu tío cuando viene de visita pero ya éramos mayorcitos, no iba a aparecer con un vaso de agua y unas galletitas saladas.
Puse su bebida y la mía en una bandejita y volví al salón, sin saber muy bien de qué iba a hablar con él. De hecho, ahora lo que rondaba en mi cabeza era la mirada que me echó justo antes de irme a la cocina... Parecida a la que le había echado yo cuando se quitó la camiseta. ¿Por qué no podía dejar de pensar en el sustantivo "atracción" en estos momentos?

- Aquí tienes -le ofrecí el vaso con una sonrisa.

Me senté a su lado, a una distancia prudente, ahora tocaba sacar tema de conversación... Me incliné por lo típico.

- Y dime, ¿qué es de tu vida?... -pregunté. Y me arriesgué con un: ¿Hay por ahí alguna candidata para ser mi tía ya?

- La hubo... y luego otra... y otra - Sonreí de lado y di un trago a la bebida. Whisky de malta, conocía mis gustos. - Las relaciones familiares no son las únicas que no se me dan bien.

Lo cierto era que había pasado por demasiadas aventuras en los últimos tiempos, y sí, eso eran, aventuras. Todas ellas, si no fuera porque alguno o alguna no son demasiado rápidos en entender que una noche es una noche, nada más. Puede parecer duro, pero en los tiempos que corren me asombraba encontrar amantes poco familiarizados con el concepto; estaba convencido de que varios siglos atrás éramos más liberales.

Sabía que no era hombre de una sola mujer. Si algo tenían los griegos era el ser liberales, aunque para algunos eso podía ser un problema, la ya tormenta que había fuera era la prueba. La verdad es que su respuesta era la que me esperaba y, por alguna extraña razón, la que quería oír.

- No comprometerse no quiere decir que las relaciones se te den mal; de hecho, si has conquistado a una, otra y otra... se te dan bastante bien -dije con una sonrisa pícara.

¿Estás flirteando, Donna? Definitivamente sí, lo estaba haciendo.

La cosa se ponía confusa e... interesante. ¿Estaba filtreando conmigo? ¿Donna, mi sobrina? Ante su comentario sonreí de lado, empezaba rompiendo el hielo con un disimulado tonteo y si quería jugar... lo haríamos ambos.

- Si, bueno... supongo que dentro de las relaciones fugaces hay bastantes cosas que se me dan bien. - Dejé caer, terminé la bebida de un trago y posé el vaso sobre la mesa, cuando volví a sentarme estábamos más cerca. - ¿Qué hay de ti?

Oh, seguro que se te dan bien... no pude evitar pensar eso.

Dejó el vaso en la mesa y al volverse a sentar se acercó algo más a mí. Yo tonteaba y él estaba respondiendo al tonteo, no pude evitar sonreír. Me preguntó por mis relaciones... ¿qué iba a contestarle? Qué imagen daría si le confesara que nunca había tenido una relación seria, que yo era más de salir a símplemente divertirme. En realidad no tendría que mirarme mal por eso, era lo que él hacía... Pero con su carácter igual no le parecía bien que su joven sobrina siguiera sus pasos... Deja de darle vueltas a todo, Donna, está tonteando contigo, ¿de verdad crees que le importa con cuántos te acuestes y cuándo?

- Digamos que en cuanto a relaciones... me parezco más a mi padre que a mi madre.

Era interesante saber que no había heredado totalmente la personalidad de Hera. No me llevaba demasiado mal con mi hermana, teníamos nuestros momentos fraternales... de vez en cuando. De acuerdo, muy de vez en cuando. No soportaba ese interés por todo lo que hacía en todo momento con intención de controlar toda mi vida, asi que... digamos que evitaba las visitas.

- Menos mal - SOnreí. - Tu madre es adorable pero... está bien sacar algo de tu padre.

"Tu madre es adorable", nunca pensé que escucharía al mismísimo Poseidón decir eso; de sobra sabíamos todos que el carácter de mi madre le sacaba de quicio... como la mayoría de las cosas. La verdad es que ambos tenían un carácter difícil, yo también lo tenía. Pero algo también había sacado de mi padre con lo cual podía decirse que era... más calmada; a veces.

- Supongo que si, es mejor tener algo de cada uno... Si hubiera salido totalmente a tu hermana no estarías aquí conmigo - dije con un guiño.

En eso estábamos de acuerdo. Si fuera la madre no me hubiera ofrecido a acompañarla a casa, ni estia ahora sin camiseta sentado en su sofá pensando que mi sobrina era, en efecto, mucho más atractiva de lo que recordaba.
Me inliné hacia delante y la recorrí con la mirada.

- Puedes estar segura - Sonreí.

No tenía muy claro en qué queríamos que terminara ese tonteo de miradas. Pero de momento no tenía prisa por volver asiq ue.. decidí seguir jugando un poco más.

Noté su mirada recorriéndome. Este tonteo empezaba a parecerme tan interesante como peligroso, pero no estaba segura de hasta dónde íbamos a llegar. Sabía que mi tío era muy liberal, es lo que tenían los griegos; y sí, yo había heredado eso de mi padre, como le acababa de contar. Pero aunque lleváramos mil años dando vueltas por el mundo, yo me había acomodado algo a la filosofía actual... y se me hacía algo raro pensar en que un hombre (por muy dios que fuera) quisiera llegar a algo con su sobrina... ¿Quería yo tener algo con él? Bueno, no podía dejar de mirarle, cuanto más cerca estaba más tenía que ocultar mis nervios, si fuera otro ya me habría lanzado pero... No llevas el control aquí, Donna, déjale a él.

- Oh, lo estoy... -respondí a la vez que cruzaba las piernas y, sin querer queriendo, me subía un poco el vestido dejando ver más muslo.

Ahora el vestido parecía que empezaba a sentarle aún mejor. Como era de esperar (y estaba seguro que había sido intencionado), la mirada se me fue directamente a su muslo. Vaya con la sobrinita. Decidí que era un momento para romper el hielo de una vez; me acerqué hasta casi rozarle los labios y comenté en voz baja.

- Quizás debería irme..

Estábamos muy cerca, casi rozándonos los labios; nunca había imaginado esta situación... y algo me decía que lo que probablemente vendría después era todavía más inimaginable. ¿O era cierto que debía irse y pretendía dejarme con las ganas? No pensaba permitir eso, me sentía demasiado atraída hacia él y el escuchar a aquella voz susurrarme...

- No estoy de acuerdo...

Y le besé.

Interesante.
En el fondo, lo esperaba. Nos besamos durante unos segundos; y cuando por fin nos separamos casi para tomar aliento, volví a posar mis labios en los suyos durante otro rato.
¿Hasta ahí es donde queríamos llegar? No, esos ojos grandes y saltones me decían que no. Una de mis manos fue directa a su nuca, atrayéndola más hacia mi, la otra, posada en su rodilla, iba deslizándose hacia arriba.

No sólo me respondió al beso sino que luego fue él el que empezó otro; el que me atrajo hacia sí; el que ahora acariciaba muy por encima de mi rodilla sin parar de besarme. De alguna forma él se deshizo de mi vestido antes de tumbarnos en el sofá. Él, encima de mi, dejaba caer besos en mi cuello mientras mis manos recorrían su espalda... Después de unos minutos que usamos para liberarme de mi ropa interior decidí que había llegado el momento de tomar las riendas de la situación. Intenté ponerme encima pero él tenía mucha más fuerza que yo y me lo impedía... ¿Iba a tener que pelear? Interesante...

La situación había avanzado notablemente. De los besos y caricias pasamos al vestido, que por mucho que me gustara, poco le duró puesto una vez habían pasado no más de tres minutos. Segundos después estaba tumbada en el sofá, debajo de mi.. la lencería tampoco se mantuvo demasiado tiempo.
Ahora deslizaba los labios por su cuello mientras sujetaba su cintura para que dejara de moverse tanto, intentando quitarme del sitio. Sin embargo no cedió fácilmente, de hecho no cedió sin más; sujeté sus muñecas y volví a besarla.

- Quieta...

Efectivamente, no iba a ser fácil hacerme con el control de la situación. Él intentaba sujetarme, calmarme de alguna forma, pero no iba a conseguirlo. Aunque sus besos me anularan, aunque me sujetara fuerte las muñecas, o me susurrara que parara quieta... eso sólo me excitaba más, necesitaba pasar al siguiente nivel.

- No me hagas ordenarte que me dejes ponerme encima... es mejor que lo hagas por voluntad propia - dije con una sonrisa pícara.

Él estaba al corriente de mi poder, no necesitaba más que ordenarle algo y lo haría... pero no quería que las cosas fueran así, quería que todo fuera espontáneo, le quitaba la gracia usar la magia en estas situaciones.

Aquello pareció convencerle y cedió. Una vez encima de él fui besándole el pecho y bajando hasta la línea del pantalón. Acaricié la entrepierna y noté que estaba tan listo como yo para dar el siguiente paso. Sin delicadeza ninguna me deshice de sus pantalones y de su ropa interior. Segundos después le sentí dentro de mi.

Al final, aunque todavía no estaba muy seguro de por qué, había cedido yo. Estaba debajo, notando su caricia del pecho para abajo. No tardó en librarse de los pantalones y la ropa interior; y ninguno tardó demasiado en estar dentro.. de la situación. Ella iba marcando el ritmo, primero lento y, poco a poco, nos acelerábamos. Le acaricié del pecho hacia abajo, hasta terminar por sujetar su cintura. Conforme iba aumentando el movimiento de ambos, más rápidos e intensos eran mis besos por su cuello, a lo que respondía con suaves gemidos en mi oido.

El placer aumentaba conforme pasaba el tiempo. Sentí sus manos explorando mi pecho con cuidado, caricias delicadas que recorrían mi cuerpo hasta que llegaron a la cintura. En ese momento volví a cederle el control. Al tenerme agarrada por la cintura él me indicaba el ritmo que quería seguir, cada vez más rápido, cada vez más intenso. Sus besos me tenían perdida en otro mundo, era como si sus labios supieran perfectamente donde caer para causar cada gemido.

Entonces lo noté, estaba llegando al final. No quería que aquello acabara pero eso sí que era incontrolable. El orgasmo nos paralizó unos segundos; aquella sensación hizo que me estremeciera antes de protestar el último gemido.

Cuando terminamos ella descansó sobre mi pecho, mientras ambos respirábamos aún agitadamente, pero poco a poco suavizando. Le acaricié el pelo y cerré los ojos unos segundos. El ambiente ya estaba más tranquilo y silencioso.
¿Qué acaba de pasar? Te has acostado con Donna, con tu sobrina. Ha sido un tonteo mutuo pero... tampoco tuvo por qué ser un error. De todas formas, habrá que evitar cruzarse con Hera.
Ya más tranquila, se volvió hacia mi. Era difícil no mirarla a los ojos; bueno, supongo que era difícil no mirarla... en general. La rodeé con los brazos y pensé que, definitvamente, no había sido ningún error.

Esperé a que ambos nos calmáramos apoyada en su pecho. Mientras nuestra respiración volvía a su ritmo habitual yo reflexionaba sobre lo que acababa de pasar. Estás desnuda en el sofá de tu casa al lado de Mark Sloan, Poseidón, tu tío, quien tampoco lleva ropa... acabas de divertirte mucho con él y no como los tíos se divierten con sus sobrinas, os habéis acostado.
¿Había sido demasiado? ¿Se nos había ido de las manos el tonteo? No, estas cosas no pasaban por error; estábamos perfectamente sobrios y cuerdos como para saber lo que hacíamos. Este episodio no supondría ningún problema para nosotros, o eso entendí cuando sentí sus brazos rodeándome, si se arrepintiera por alguna razón no me habría regalado aquel abrazo.
Me costó separarme de él, estaba muy bien tumbada a su lado pero había que terminar con el momento... y prefería ser yo la que acabara con ello.

- Me quedaría el resto del día así pero... habrá que volver al mundo real en algún momento... - sonreí.

¿Al mundo real? Si eso no era real qué dejaríamos para el Olimpo...
Me quedé unos minutos tumbado en el sofá, mirándola mientras volvía a ponerse la ropa. Cuando terminó me incorporé y empecé a vestirme. Después de todo no había sido una típica visita familiar.. y había estado.. muy bien.

- No sé si decirte que es mejor que no me pase muy por aquí.. - Hice una pausa y sonreí de lado. - O que por el contrario venga todos los dias.

Yo tampoco sabía qué opción elegir... Pero me gustó que mencionara la posibilidad de volver a vernos y, tal vez, (decidí interpretar así su sonrisilla) a repetir lo que acabábamos de hacer.

- Al final te va a gustar lo de visitar a la familia - me acerqué a él - ven cuando quieras, tendré tu whisky esperándote... - dije con un guiño.

Cuando me lo había encontrado en la playa hace unas horas le estaba odiando por su estúpido humor... ahora su carácter me parecía interesante, podía ser más que agradable cuando quería. Espero que vuelva... pensé.