Comiendo tarde

Llevaba todo el día de paseo por la ciudad y eso siempre me daba mucho hambre, así que en mi búsqueda por un buen sitio para comer encontré un restaurante de comida italiana que tenía muy buena pinta, de modo que entré sin pensármelo dos veces.

Cuando entré se podía respirar una cálida estancia y muy acogedora. Hablé con un camarero y, mientras esperaba a que quedara libre una mesa, eché un vistazo en torno al restaurante y pude reconocer un rostro familiar escondido tras la cubierta de un libro.

- Sobrina. - saludé cortesmente con la mano alzada.

Francamente no me agradaba mucho la idea de sentarme a comer con una semidiosa. Pero el caso de la hija de mi sobrino Apolo era un caso particular, ya que siempre había sentido algo de curiosidad y afinidad por aquella crueldad y rebeldía.

- Será mejor que esperar una hora a que quede alguna mesa libre, supongo. - dije cuando ya estaba a un metro de la mesa y aparté una silla para poder sentarme - Bueno ¿y qué tal todo por el mundo de los mortales?

No pude evitar reirme por aquel comentario y me agradó además la forma que tenía de pensar sobre el mundo divino.

- ¿Has dicho "nuestro" mundo? - pregunté alzando las cejas tras inclinarme un poco sobre la mesa - Si te refieres a ese Monte Olimpo, te complacerá saber que yo hace más de mil años que no voy por ese... prepotente y estúpido lugar.

Sonreí un momento y eché un poco de vino sobre una copa que estaba a mi lado de la mesa para beber un trago.

- Personalmente prefiero permanecer encerrado solitariamente en mi Inframundo antes que relacionarme con la chusma que se pasea por el alto mundo divino.

- Oh, llamar pedante a su actitud sería decir poco, querida. - reí y me fijé que el camarero sacó su libreta y un bolígrafo - Sí, yo voy a tomar... ossobuco alla milanese y un poco de spagetthi alla puttanesca. Y tráiganos también una botella de Chianti.

Mientras el camarero fue a por el pedido, volví a mirar a la chica, entrelazando los dedos de mis manos.

- Y dime, Ashley. ¿Qué te dedicas a hacer por aquí?

- Pues no me puedo quejar. El ambiente es muy cálido, perfecto para pasar los inviernos. - comenté con ánimo de ser chistoso - Aunque, obviamente, también está el pequeño problemilla de que es algo oscuro, húmedo y... con muertos por todas partes. Pero, en fin, ¿qué se le va a hacer? Cada uno debe apechugar con lo que le toque.

Reí ante su comentario.

- Oh, tranquila. Lo he consultado por ahí abajo y el futuro aún te tiene guardada una larga vida por delante, no tienes que preocuparte por eso. - dije mientras el camarero llegaba y pude probar la deliciosa comida que había pedido - Y respecto a... "La Novia Cadáver"... En fin, qué más quisiera yo que se formaran esos festivales en el submundo. Pero no, en realidad todo es muy distinto. Para empezar yo no tengo ni órgano ni bar con barra libre para mí, sino que todo se basa más bien en una gran cueva subterránea de fría roca iluminada con unas pocas antorchas sobre la que descansa un gran lago donde vagan todas las almas que han caído a mis manos.

No pude evitar soltar una sonora carcajada.

- Supongo que estarás de broma. - miré fijamente a la chica - ¿O no?

Por su rostro, aquella semidiosa parecía decir las cosas tan en serio como que yo me llamo Hades.

- Ashley, no... No puedo creer que me estés hablando en serio. Verás, en primer lugar, tengo mis principios y el Inframundo no es precisamente un lugar para disfrutar del ocio y del tiempo libre. Yo tengo un trabajo que cumplir, y no es algo que pueda hacerse a la ligera, como a uno le dé la gana.

- No tienes que pedir disculpas por tener curiosidad. - dije moviendo las manos arriba y abajo - Y tampoco debes preocuparte por el tiempo que pierdo aquí, en el mundo de los mortales, pues aunque mi labor es muy importante tengo suficiente personal en el submundo como para poder ocuparse de mi trabajo durante un periodo de tiempo.