Conversación [Maggie]

Una vez acabada mi última clase del día y me dirigía a mi despacho tranquilamente cuando me crucé a Maggie Cusack que iba corriendo en dirección al baño con la mano tapándole la boca, acelerada, casi arrollando a la mitad de los alumnos que estaban en el pasillo. Preocupada por lo que podía pasarle a mi prima, la seguí hasta el baño.

- ¿Maggie? - llamé a la puerta del servicio en el que se había metido - Maggie, soy Donna, ¿estás bien?

Esperé a que saliera del baño apoyada en los lavabos. No me gustaba nada lo que estaba escuchando, parecía que la pobre estaba vomitando, ¿le habría sentado algo mal? Empecé a preocuparme.

Después de cinco minutos encerrada en el baño, pensé que ya no me quedaba comida dentro. Cuando creí que no podía sacar nada más, me senté en el suelo, apoyándome en la pared. Donna estaba al otro lado de la puerta, me había seguido hasta allí. No, no, no... ahora no, por favor. No era de extrañar que le preocupara la situación, para empezar supuse que había heredado de la madre la preocupación por todo y todos: y por otra parte, no era capaz de estar en una clase completa sin terminar haciendo una irremediable excursión al baño. Pensé en todas las preguntas que tendría que responder y no sabía cómo. Suspiré y abrí la puerta.


- Donna, no te preocupes, estoy bien. - Le sonreí levemente con las fuerzas que me quedaban y me lavé la cara. - Creo que me ha sentado mal el almuerzo..

Te ha quedado claro, no preguntes más...

- Vaya...

Esperé a que se lavara la cara, me acerqué a ella y le ofrecí un pañuelo para que se secara; la verdad es que no tenía buen aspecto...

- ¿Por qué no vienes a mi despacho y te doy una manzanilla o algo? Así igual se te pasa... No quiero dejarte ir a casa así, tienes mala cara... - dije, y por si acaso pensaba rechazar mi sugerencia con alguna excusa añadí - No te preocupes si tienes otra clase, estás con una profesora, eso te justifica - comenté con un guiño -. Vamos, así te relajas un poco a ver si te encuentras mejor.

Desde un principio sabía que ese encuentro terminaría con un viaje a su despacho, al que fue imposible negarme. A pesar de todo no tenía que confesar nada, era un simple almuerzo mal digerido; y no me venía nada mal saltarme una clase por una manzanilla. Así que la seguí hasta la sala.
Estaba bien ordenado, obsesivamente ordenado. Me daba miedo tocar cualquier cosa, sobre todo con mi sobrenatural capacidad para organizar desastres. Me acerqué a la silla mirando la gran biblioteca de libros clásicos - probablemente de sus clases - que tenía en la pared y, como era de esperar, tropecé. El bolso resbaló por el suelo, cayéndose todo lo que tenía dentro.

- Qué desastre.. perdona.. - Dije recogiendo torpemente mis cosas, y colocándolas nuevamente dentro.

Por alguna razón sospechaba que con Maggie en mi despacho algo iba a caer... gracias al cielo no fue nada mío, se tropezó ella solita con sus circunstancias... y su bolso, que cayó al suelo descubriéndose todo su contenido. No pude evitar mirar lo que se le había caído, e iba a agacharme para ayudarla a recoger cuando algo de lo que vi me dejó helada. Abrí los ojos, sorprendida; así que eso era? de ahí venían las ganas de vomitar y no de un desayuno en malas condiciones?

- Maggie... No quiero meterme donde no me llaman pero... ¿llevas un test de embarazo en el bolso?

Si, no es algo que debiera llevar en el bolso; tenía la esperanza de que tiempo después cambiara el resultado, y necesitaba convencerme varias veces al día de que aquello era cierto. Pero cuando te lo descubría una profesora, pariente y con posibilidad de descubrir no sólo la existencia de un bebé, sino el padre del mismo; guardar el test era muy mala idea.
Me quedé unos segundos en silencio. Se me ocurrieron mil excusas, pero dada la escena anterior del baño, ninguna iba a tener fiabilidad.

- Bueno es.. un test de embarazo si.. es porque .. bueno yo.. tengo.. estoy.. - Sacudí la cabeza, esto no llevaba a ninguna parte, me senté y asentí a modo de confirmación de lo que estaba ya más que claro.

- ¡Oh dios mío...!

Cuando la vi asentir abrí los ojos como platos y dejé que la exclamación saliera de mi boca igual en un tono más alto del que le correspondía. Estaba embarazada... ¡pero si tenía 19 años! Era cierto que tendía al desastre pero un embarazo era algo muy serio, ni siquiera alguien tan despistada como ella podría olvidarse de usar protección cuando tocaba. Lo cierto era que a mi cabeza sólo venían críticas pero no podía soltárselas... no ahora que acababa de confesar, de alguna forma; no, ya habría tiempo de sacar a relucir los contras de la situación, ahora necesitaba consuelo.

- Vale... de acuerdo, estás embarazada, es mucho, pero se solucionará de alguna forma... ¿Se lo has dicho al padre? ¿A tus padres? ¿Tienes a alguien que te ayude con esto?

Se solucionará de alguna forma... No veía muchas formas que no terminaran en parto. No podía decirle de quién era, no podía decirle que el aborto no era factible, que se trataba de un dios... Me senté y suspiré.

- ¡No, no! mis padres no lo saben.. - Dije alarmada. - Necesito tiempo para hacerme a la idea yo y después.. se lo diré, de alguna forma.. El padre tampoco lo sabe, pero estoy bien, Donna, puedo.. puedo ocuparme de esto, no te preocupes.

Sabía perfectamente que no iba a dejarme sola con ese tema, pero que estuviera en medio supondría que pronto llegaría a oídos de mis padres, de los profesores... de todo el mundo.

¿Creía que me convencería de que podía manejar aquello sola? Por supuesto que no, y menos después de encontrarla tan nerviosa. Aunque no era para menos; si yo con todos mis años me quedaba embarazada me pondría histérica, era totalmente comprensible que aquella chiquilla estuviera asustada después del lío en el que se había metido.

- Corazón, no puedes ocuparte de esto tú sola - dije mientras le entregaba la taza de tila que le había preparado para que se tranquilizara -. Sé que primero tienes que hacerte tú a la idea pero igual sería más fácil si hablaras con el padre, o con tus padres... Y bueno, si todavía no quieres confesarlo sabes que puedes contar conmigo, no se lo diré a nadie; y si te puedo ayudar aunque sea sólo estando aquí para escucharte sabes que me tienes.

Rodé la taza entre mis manos. Se agradecía una tila en ese momento, mientras hablaba, perdí la mirada en el té mientras lo soplaba para llevármelo, por fin, a los labios. Decírselo a mis padres, decírselo al padre... todo sonaba muy fácil.

- El padre es... un tema complicado.. - Suspiré y di otro sorbo al té. No tardaría en averiguarlo, porque seguramente su padre ya sabría todo, después de todo era.. su hermano.-Es.. es Apolo

Aquella chica iba a conseguir que se me cayeran los ojos por abrirlos tanto pero ¡qué otra cosa podía hacer después de las noticias que me estaba dando! Apolo... cómo no, tenía que ser él; al parecer había decidido probar a todos los habitantes de este mundo. Normalmente no tenía nada en contra de ello, yo no era la más pura del olimpo, pero con una de sus alumnas... con Maggie... había ido demasiado lejos.

- ¡¿Apolo?! Pero Maggie, cómo... ¿cómo acabaste con Apolo? Tengo que hablar con él, esta vez se ha pasado, eres su alumna... por todos los dioses, tienes 19 años...

Era definitivo: nos habíamos metido en un buen lío.

- Oh, no ... no es lo que piensas, Donna.. - Bajé el tono de voz -Nosotros.. estamos juntos. Nadie puede saberlo, ya sabes, por eso de que somos profesor y alumna pero... vamos en serio.. aunque esto no lo esperábamos..

Y él aún no se lo esperaba. No sabía cómo iba a reaccionar y tampoco cómo decírselo, pero tendría que ser pronto; había demasiadas cosas que pensar, demasiada gente que tarde o temprano lo sabría.

- ¿Que vais en serio? No quiero desilusionarte, corazón, pero conozco a Apolo desde mucho antes que tú y lo de "ir en serio" no va con él - dije mientras me ponía una tila para mí, también la necesitaba-. No le hablaré a nadie de esto, os meteríais en un lío ambos y bastante tenéis con lo del embarazo... pero tengo que hablar con él, Maggie, sus aventuras han ido demasiado lejos, tiene que ponerse límites y... ¿y tú qué hacías acostándote con él? ¡Es tu profesor!

- ¡¿Qué?! ¡¿Que esto es obra de Eros?! No voy a creer que tú le obligaste a hacer nada, seguro que te vio enamorada y se le ocurrió la gran idea de pinchar a Apolo... ¡No puede hacer eso! Y ahora ya no hay remedio... Es idiota, ¡sabe a lo que se arriesga por hacer algo así! Él sí que me va a oír... te ha metido en un buen lío por jugar con sus flechitas...

No podía creer aquella historia... no podía imaginarme que después de miles de años haciendo su trabajo se le ocurriera a Eros favorecer al capricho de una adolescente mezclándola con Apolo ni más ni menos. Como algún otro se enterara las cosas se iban a poner muy feas y como mínimo, mi señor padre, ya lo sabría...

- No, por favor, Donna.. no le digas nada, sólo ha pretendido ayudarme.. no me ha metido en un lío, quiero a Apolo- Le supliqué, y me toqué la tripa.-Y esto.. esto si es un buen problema pero no es culpa de Eros, sino nuestra..

Y sobre todo mía, por despreocuparme del tema precaución sólo porque era un dios, y bueno... supongo que estaba demasiado emocionada.

- Si tienen que reñir a alguien que sea a mi..

- No pueden reñirte por enamorarte, Maggie. Nadie puede decirte nada por querer a Apolo... sí por acostarte con tu profesor, pero ese ahora mismo es el menor de tus problemas. Y sí, el embarazo es culpa de Eros; lo siento pero Apolo no se habría acostado contigo si él no le hubiera lanzado la flecha...

Sabía que eso no era lo que la chica necesitaba oír pero era la verdad. En realidad nada era culpa suya o de Apolo, Eros la había liado y a Eros era a quien había que echarle la bronca.

Un día redondo. Evidentemente no era suficiente con el embarazo, el hecho de que Donna se enterara, que hubiera soltado lo de Eros... también tenía que recordarme que Apolo no se había enamorado de mí... por mí misma. Y no, no estaría embarazada si no fuera por las flechas de Eros, porque tampoco me hubiera mirado nunca sin ellas. Me quedé unos minutos en silencio y dejé la taza vacía sobre la mesa.

- Creo que debería irme... tengo clase.. - Y de hecho la tenía, pero tenía pensado ir directamente a casa.

Me di cuenta de cuán cruel había sonado mi comentario y me arrepentí de haberlo soltado.

- Maggie... perdona, no quería decir eso... Es que Eros te ha metido en un buen lío, probablemente no quería que esto pasara y si pinchó a Apolo fue porque quería que tú fueras feliz pero si tiene unas reglas es para que las cumpla y alguien debería llamarle la atención; pero no quiero que pienses que la tomo contigo, sé que esto no es culpa tuya y que lo que menos necesitas es que alguien te riña. Puedes quedarte aquí tranquila, te prometo que no haré más comentarios de esos, quiero ayudarte en lo que pueda... - dije sincera, mirándola a los ojos.