Arte al aire libre.

El jardín botánico; el pequeño tesoro de Nueva York.
Había decidido aprovechar la mañana para estudiar la pintura barroca; mi padre aún estaba de viaje, presentando su último edificio en Chicago, y nunca me había gustado estar sola en casa así que... el jardín botánico era un lugar perfecto para estudiar.
Hacía un día perfecto, me alegré de que Zeus tuviera un humor aceptable. Me tumbé bajo un árbol y abrí el libro, primera parada: Rubens.

No recordaba cuándo había decidido estudiar arte, probablemente desde que vi el increíble mundo de mi madre, o presencié el primer edificio que mi padre diseñó.. era parte de ambas cosas, las mágicas, y las humanas, que no dejaban de ser igual de preciosas. Me gustaba esa sensación, de estar en el centro de cosas tan diferentes. No iba a negar que el hecho de tener a mis padres separados a veces no era la situación más fácil de sobrellevar, pero su relación no era especialmente hostil. Sabía que a mi padre le hubiera gustado tener una oportunidad con ella pero... era un alma libre, y tan libre. No era su única hija, había tenido otra niña con Zeus, el dios padre del Olimpo, mucho antes de mi nacimiento. Perséfone. Nuestra relación no siempre había sido la de hermanas unidas, pero íbamos progresando, conociéndonos. Me gustaba su compañía, era agradable, a pesar de lo diferente a mi. Yo había heredado mucho más de mamá.
Hacía ya tiempo que había perdido completamente la conexión con los pintores barrocos, después de un buen rato, me pareció que alguien se acercaba. Una voz muy conocida.

Sólo hacía una hora que había salido del inframundo y ya había llegado al jardín botánico. Esperaba que el paseo hubiese servido de algo, aunque bueno, estaba demasiado alegre como para que se estropease tan fácilmente.

Estaba allí buscando a mí hermana Maggie. Aunque suiendo hijas de distinto padre las dos habíamos heredado algo común de nuestra madre: un gran amor por la naturaleza. Por eso era aquí donde existian más posibilidades de encontrarla.
Maggie es una persona encantadora, y aunque a veces chocamos mucho, siempre le he tenido mucho cariño.

Sonreí amplimente cuando visualicé una figura conocida bajo un árbol con un libro entre sus manos.

- Buenos días, cariño. ¿Qué estás leyendo? - Dije sentándome como los indios frente a Maggie.

Hablando de la reina del Roma... o del inframundo. Perséfone estaba sentada frente a mi. Me incorporé con alegría y le di un abrazo.

- ¡Perséfone! ¿Tú por aquí, hoy? Qué casualidad.. estaba aprovechando la mañana para estudiar, esta semana no ha sido la más productiva para mi.. arte, arte barroco. ¿Cómo va todo? ¡Hacía tanto tiempo que no te veía! Bueno, hace mucho que no salía, la verdad, ni me pasaba por aquí, ultimamente mi vida se reduce a paseos desde mi casa a la universidad y.. algún que otro café para soportar las duras mañanas de sueño... ¿Has visto a mamá? hace tunos días que no hablo con ella, debe de creer que la tengo abandonada... perdona, me estoy enrollando mucho. - Sonreí.

Era mi mayor problema de estudiar mucho tiempo, demasiadas horas sin hablar que tenía que recuperar con el primer desgraciado/a que pasara por mi camino. Le tocó a perséfone, seguramente ahora se arrepentía.

Me abrazó como si le fuera la vida en ello e incluso sentada me desestabilizó. Y me cargó con una de sus retahílas que tube que ir analizando con cuidado para responder. Cuando se ponía efusiva era casi imposible mantener una conversación con ella.

- No hace nada que se ha abierto la veda para que yo haya podido salir de allá abajo, asique no he podido verla. Y por otro lado, si hoy no hubieses estado aquí probablemente habría tenido que volver al inframundo, y no es que me haga mucha ilusión. - Hice una mueca.- Pero parece que he tenido mucha suerte. Bueno, Maggie al grano, tengo una petición y una buena noticia. ¿Cuál quieres oír primero?

Interesante, Perséfone acababa de subir a la tierra con una proposición y una buena noticia, realmente había despertado mi curiosidad.
Estaba claro que ya no iba a estudiar más, así que marqué la página con una hoja que había tirada sobre la hierba y cerré el libro; lo metí en el bolsó y me acomodé.

- Veamos... prefiero primero.. ¡la petición!

Realmente disfrutaba cada vez más de su compañía.
Cuando nos conocimos, la relación era más tensa, ella llevaba siglos y siglos siendo la hija de Deméter, y yo era una pequeña rondando por el Olimpo en su poco tiempo de visita. A medida que fui creciendo descubrimos que nuesro carácter podía tener algo en común, y empezamos a pasar tiempo juntas. Ahora esperaba, igual que mi madre, entusiasmada su llegada.

Me miró curiosa con esos ojitos tiernos, los mismos que no hacía mucho, en un cuerpecito infantil, curioseaban por el Olimpo. Noté como aumentaba mi pulso, por un lado por la felicidad y por el otro por la expectacíon ante cuál sería su respuesta.

- Bueno... quería saber si no te resultaría mucha molestia acogerme en tu casa. - Miré su expresión de sorpresa. La verdad esque podía esperarse muchas cosas de mí excepto eso. Estaba nerviosa, pero antes de que ella pudiese responder decidí explicarselo. - Esque he conseguido convencer a Hades para que me dejé salir del inframundo para poder hacer algo diferente, como estudiar una carrera. La verdad esque son muchos años y me venía bien cambiar de aires, visitar la gran ciudad, ya sabes. - Me encogí de hombros.

Me quedé descolocada unos segundos, con los ojos bien grandes. ¿Hades le permitía salir del inframundo? ¿Para siempre? Parece que unos cuantos siglos le habían sentado bien a ese gruñón del subsuelo.
Cuando terminé de procesarlo le dediqué una gran sonrisa.

- ¡Por supuesto! A papá le encantaré la idea, estamos muy solitos en ese piso.. ¡qué gran noticia! - Le cogí ambas manos. - Es increíble que lo hayas convencido.. me alegro tanto por ti. Por fin podrás venir a la universidad conmigo..¿has pensado alguna carrera? bueno, tendremos tiempo para eso.

Todo era cierto. Papá y yo vivíamos en un piso de Manhattan, un piso que, a veces, se hacía demasiado grande para los dos. Él era una persona tranquila y muy tierna, intentaba pasar conmigo el mayor tiempo posible, pero su trabajo (arquitectura) también le exigía horas y horas de esfuerzo, además de viajes. Tener a Perséfone en casa suponía no más semanas sola. Se me iluminó la cara.

Suspiré aliviada ante la reacción de Maggie. La realidad esque ella solía pasarse mucho tiempo sola en casa cuando debía quedarse con su padre. Él era arquitecto, y aunque intentaba por todos los medios pasar el mayor tiempo posible con su hija, normalmente las condiciones se lo impedían. Además Maggie no era una persona solitaria, le encantaba tener a alguien al lado con quien poder dar la lengua.

-Muchísimas gracias Maggie, no te arrepentirás de tenerme en casa. - La abracé.
- La verdad esque estaba pensando en una carrera que tampoco se saliese mucho de lo habitual para mí, ya sabes no estoy acostumbrada a estudiar. Por cierto ¿Qué tal llevas el arte?

- El arte.. va muy bien. Me encanta, y eso es importante. Además varios de mis profesores no.. están nada mal - Le comenté con una risita pícara. - Papá no entendía por qué no había biología o.. botánica, ya sabes, por mi poderes pero.. creo que una cosa no lleva a la otra. Y quiero dedicar mi vida al arte aunque la naturaleza forme parte de mi. A pesar de todo siempre me apoyó, él es.. un amor, te encantará vivir con él.

Y estaba segura que a él le encantaría vivir con ella. Se le daban bien las personas, era comprensivo y tierno. Siempre me había dado pena que Perséfone pasara la mitad de su vida con Hades, ahora tendría la oportunidad de conocer a personas buenas de verdad.

No tenía ninguna duda de que no habría problemas con Jonathan pero ¿A qué venía lo de los profesores? Realmente no lo había entendido, y la forma en que a Maggie se le habían iluminado los ojos... ¡Oh! Es ciero que Apolo está dando clases en la universidad.
Suspiré.

- Maggie, ¿Sigues estando prendada de Apolo? - No tuve que esperar a que me contestara, no resultaba necesario. - ¡Por favor! ¡Maggie, hace ya mucho que esto se te debería haber pasado! ¿Cúando vas a darte cuenta de cómo es?

Se me iluminó la cara. Perséfono conocía mis sentimientos por Apolo, que ya me rondaban desde hacía... bastante tiempo. Pero se había perdicho los últimos... flechazos del momento. Evidentemente conocía Eros - quién no - además allí arriba todos nos conocíamos; pero no me contaba que tuviera demasiado trato con él. Aunque conociéndolo no me extrañaría que en las estancias de Perséfone en el Olimpo... en fin; ella también aprovechaba - y era de esperar - todo el tiempo que pudiera sin Hades.

- Las cosas han cambiado un poquito por aquí, cariño... digamos que le llegó alguna flecha y.. ya sabes - Puse una sonrisita - El amor es imprevisible

Abrí los ojos como platos, me acababa de dejar atónita, incluso tuve que hacer un esfuerzo enorme para cerrar la boca.

- ¿Has utilizado a Eros para que le enamoré de ti? ¡¿Y estais juntos?! ¡No puede ser! - A medida que hablaba mi tono iba aumentando.
No podía ser, era imposible, sabía que Maggie y Eros eran grandes amigos pero el dios del amor tenía un estricto código moral, y aunque esto era algo relativamente nuevo, no habría pensado que fuese a romperlo.

¿Cómo convenciste a Eros? Seguro que te resultó complicado. - Reí.

- De lo único que tuve que convencerlo fue de venir conmigo a la fiesta de la universidad... hablé con él un momento, tonteamos y luego me ignoró así que decidió mandarle un flechazo y.. ¡estamos juntos! Es lo más adorable que existe.. Eros, no él.. bueno.. ¡ambos lo son! - Le comenté entusiasmada.

Era la primera persona que se enteraba del tema. En realidad no sabía cómo iba areaccionar nuestra madre, al fin y al cabo, además de ser mi profesor; yo sólo tenía diecinueve años bien reales y él... algunos siglos más.

Aunque no compartía esa visión de Apolo, tenía que reconocer que Eros sí solía resultar encantador. Quizá la animadversión que el Dios de las artes causaba era más el resultado de de su... manera de acabar las "relaciones". Lo cierto era que si no fuese porque las flechas de Eros tenían tal potencia me habría enfadado bastante por que Maggie tuviese ese tipo de relación con Apolo, que por otro lado era su profesor, y eso no estaba bien visto entre los humanos.

- Maggie, querida, ahora tienes mucho que contarme. - Dije con un movimiento de cejas y una sonrisa pícara. - Lo primero y más importante ¿Qué te ha parecido como amante? Y ¡Ah! ¿Qué ha dicho mamá?

Reí; hay cosas que quedan en la sangre. Las dos teníamos ese afán de querer saberlo todo en todo momento. Cuántas veces nos habíamos pasado la tarde acostando a mamá a preguntas... qué es esto, por qué es así, cuéntanoslo, cuéntanoslo..

- Como amante es.. bueno, increíble - Puse una sonrisa pícara y recordé aquella memorable noche. - Y no, no, no, no... mamá no lo sabe.. y aún no sé cómo decirselo ella es.. ya sabes, algo sobreprotectora, Apolo es conocido por tener una vida amorosa muy liberal y.. y tengo diecinueve años; ¡ya no soy una niña! pero tengo miedo de cómo vaya a tomárselo..¿cómo crees que va a tomárselo? no sé por qué tengo un mal presentimiento... y no pueden enterarse de lo de Eros, eso le traería problemas.. pero nadie va a creerse que él de la noche a la mañana estuviera dispuesto a tener una relación con su alumna.. ¡es muy complicado! - Supiré y me recogí el pelo con una pequeña rama que había en el suelo. - En algún momento también tendré que decírselo a papá .. sé que va a tomárselo bien porque es así de adorable pero.. es demasiado para él que la "rara" de su hija con poderes sobrenaturales, hija de una diosa esté con otro dios...

Por supuesto que Apolo era increíble, no lo dudaba, no te creas una reputación por que sí en el Olimpo.

-Sí, entiendo tu preocupación estoy segura que tu padre se lo tomará genial, aunque seguramente le encantaría que tuvieses una vida más normal no pondrá impedimementos. Pero mamá... ¡Oh! Mamá es otro cuento. Y con ella no valdrá lo de "Ya tengo diecinueve años, soy mayor" porque yo tengo muchísimos más años que tú y se sigue comportando de la misma forma protectora, y por otro lado ella no querrá "perderte" - Señalicé las comillas con los dedos. - Además Apolo no tiene la mejor reputación en cuanto a relaciones se refiere, seguro que tendrá miedo de que te deje y te haga daño, aunque en ese caso creo que iba a haber un Dios menos en el panteón. - Hice una mueca. -No debe ser bonito enfurecer a mamá.

Mamá era adorable... comprensiva, cariñosa.. lo tenía todo, pero en esos momentos, suponía un problema. No tenía demasiados problemas con nadie en el Olimpo - de hecho su vida amorosa también era amplia, y había alcanzado a algunos dioses de por allí - pero cuando se trataba de sus niñas no tenía problemas en discutir con quien sea.

- No.. y sé que siempre le pareció que era ligón más de la cuenta.. sabemos que tenemos que ser discretos con esto, sobre todo en la universidad.. si se enteran su trabajo tendría algún problema.. pero no puedo ocultárselo a mamá, tarde o temprano se enteraría, al final acaba enterándose de todo.. como cuando rompí aquel jarrón que tenía tres milenios.. no sé cómo lo hace, va a matarme.. o peor, va a matarlo a él.

Me acordaba de aquel jarrón, mamá se había dado cuenta de que se había roto casi antes de que a Maggie se le cayese.

- Es una madre, y las madres tienen esa clase de poder, se enteran de todo lo que hacemos. - Sonreí. - Pero debes decirselo antes de que se entere por si misma, así tendrás mayor control sobre el momento en que reciba la noticia. Y eso puedo resultar una gran ventaja. Y si sale mal siempre puedes pedirle a Eros que te lance una de sus flechas para "desenamorarte" de Apolo y así cuando mamá lo mate no te dolerá tanto. - Vi su expresión por lo que evite reirme. - Vale, vale, era broma.

- Lo ideal sería que no lo matara pero.. no creo que sea una opción, al pobre le va a caer una buena.. a los dos. - Hice una mueca y me encogí de hombros. - Supongo que es lo que me toca.. un buen discurso de mamá.. pero tú estás de mi parte, ¿verdad? - Reí y le cogí la mano.

Desde que Perséfone se había acostumbrado a que una pequeña correterara por el Olimpo diciendo ser su hermana, habíamos estado muy unidas, incluso cuando se nos venía la tormenta de mamá encima. Ella me incubría mis torpezas y yo.. sus travesuras.

- Puedes apostar que sí. - Le acaricié la mano para reconfortarla. - Y mamá lo aceptará, con el tiempo, pero lo hará.

Pensándolo en frío, resultaba extraño que Maggie y yo tuviesemos una tan buena relación, quiero decir, ella era muy pequeña hace tan poco tiempo, y había ido cambiando a mucha velocidad, además teniendo en cuenta que yo sólo podía verla durante medio año, los cambios se notaban con más exageración. Pero entre nosotras había un vinculo natural que quizá, sobre todo a mí, nos había sido complincado encontrar. Y sin embargo ahora que lo habíamos localizado yo no lo habría cambiado por nada.

- Gracias, cariño, eres simplemente adorable.. - Dije con una sonrisa que finalicé con un fuerte abrazo. -

Miré alrededor, ya había menos luz en el ambiente. Como quien no quiere la cosa llevábamos un buen rato por allí, además de estar anocheciendo, empiezaba a notarse un aire fresco.

- Tengo que enseñarte mi casa.. ¿cuándo te mudas? ¿hoy mismo? .. tenemos que ir y acomodar tu habitación.

Correspondí al abrazo con dulzura.
- No hay de que,vida. Maggie, ¿Te han dicho alguna vez que hueles a verano? - Reí.
Lo cierto esque el cielo se estaba comenzando a nublar, y si no nos ibamos rápido acabariamos empapadas.
- Esta bien, no vengo con equipaje asique eso nos da una ventaja: no hay que deshacerlo.- Sonreí.